Una de las premisas de cualquier runner es motivarse para correr y todos sabemos que uno de los grandes enemigos son las condiciones meteorológicas; el frío, la lluvia, el viento, el calor…nos hace dudar en seguir nuestros entrenamientos.

Anteriormente ya hablamos de cómo correr con lluvia. En esta ocasión, nos enfrentamos a otra condición ambiental más que compleja: el frío. Así pues, vamos a hablar de algunos consejos para no caer en la tentación de quedarte sentado en el sofá cuando haga mal tiempo.

Queda con alguien para correr. Evidentemente, quedar con una persona o un grupo te obliga a salir a correr, porque si te están esperando, ¿cómo te vas a echar atrás? Correr en solitario se presta a autoconvencerse para no salir o para volverte a los cinco minutos de empezar, aunque es cierto que una vez fuera es más difícil dar marcha atrás.

Si pasas frío “por fuera”, intenta no pasarlo “por dentro” usando ropa impermeable para mantener tu cuerpo caliente y seco. Usa, por ejemplo, calcetines que expulsen el sudor (si puedes, que sean de Gore-Tex) y prendas de material técnico, con cremalleras en brazos y cuello para ventilara medida que te calientas. Damos por hecho, que llevarás gorro y guantes.

A veces- sobre todo en invierno- seguramente salgas a correr con poca luz, así que tienes que asegurarte de ver y que te vea. Usa ropa fluorescente, reflectante e incluso con una  lamparita LED en tu espalda, que aunque parezca absurdo o algo ridículo es muy seguro.

Antes de salir a correr hay que calentar y, con frío, lógicamente es mejor no hacerlo al aire libre, así que muévete un poco en casapara activar la circulación sin llegar a sudar (subir y bajar escaleras, algún ejercicio de gimnasia, “hacer tareas del hogar”…)

Y si quedas con alguien a correr, no esperes a la intemperie, quédate en el coche o en el interior de un portal hasta que estén.

Con frío, se tratamás de adquirir fondo que velocidad. Busca zonas elevadasdonde el aire esté un poco más caliente y trata de correr a mediodía, pero si no puedes intenta repartir el entrenamiento en dos sesiones más cortas para aprovechar las horas menos frías.