Tal y como detalla el estudio, cuando un deportista comienza el entrenamiento y corre, sube los niveles de una hormona que guarda relación con el estrés, llamada corticosterona.
La investigación de la Universidad de Princeton se hizo en un laboratorio y se analizó cómo afectaba a los animales el hecho de correr solos o en grupo. Aunque el incremento de la corticosterona era similar en ambos casos en los que corrían solos era mayor que el de los que lo hacían acompañados.
El estudio concluyó, además, que debido a la falta de interacción social, una experiencia que normalmente es beneficiosa podía llegar a tener una in
fluencia potencialmente perjudicial en el cerebro de quien la practicaba.
Con todo, aclaró este estudio que los animales que corrían aislados podrían alcanzar los mismos beneficios cerebrales que los que lo hacían en grupo si seguían ejercitándose durante más tiempo. Por lo que no entrenarse en solitario no necesariamente tenía que interpretarse como una práctica perjudicial.