Los oídos son una de las partes de nuestro cuerpo más delicadas y más desprotegidas.
Es frecuente que independientemente de la fecha del año, y por tanto del tiempo que haga, haya personas que tras los entrenamientos sufran un dolor en los oídos. Dependiendo del caso, puede llegar a convertirse en un dolor muy intenso que baje por el cuello e incluso afecte a una parte de la cabeza.
Normalmente la causa de esta molestia es el frío, en el caso de los meses centrales del invierno cuando las temperaturas son más bajas, o el viento, lo que puede afectar al corredor en cualquier fecha del año, aunque de forma diferente según la persona. Las hay con una mayor densidad de vasos sanguíneos en los oídos.
Y es que ante una mayor presión por el frío, los vasos sanguíneos comienzan a contraerse y dilatarse y producen ese dolor. Es la sensibilidad del corredor la que determina que algunas personas se vean afectadas de forma más severa por este mal.
Ante este problema lo más recomendable es visitar un médico que revise y estudie en profundidad el caso. Si se trata, por tanto, de una dolencia debida únicamente por el clima es recomendable llevar durante el tiempo que se practica deporte las orejas protegidas.
En los meses de invierno no sería raro salir a hacer ejercicio con orejeras o gorro, en cambio sí lo puede ser en verano, además de incómodo para la persona que practica el deporte.
Por ello, y en el caso de los meses de calor, se recomienda proteger las orejas con vendas, a través de las que el deportista, con todo, pueda seguir escuchando.
Si no se trata de una dolencia de oído mayor, como otitis, no existe un tratamiento específico que pueda evitar este dolor. Como hemos explicado a lo largo de este artículo, existen alternativas que evitarán que el dolor se agudice y afecte al día a día de la persona que corre.