Uno de los pocos aspectos negativos que tienen el verano y las vacaciones es la vuelta a la rutina después de varios días o semanas, en el caso de los más afortunados, de inactividad. 

Retomar la jornada laboral no es fácil, pero incluso es más duro despedir las vacaciones sabiendo que no se ha hecho ejercicio.

Lo más aconsejable es volver a los entrenamientos tan pronto como se inicia la vuelta a la normalidad, aunque de forma progresiva, ya que retomar el ejercicio al ritmo anterior de las vacaciones puede provocarnos lesiones. Por ello, y para aclimatarnos de nuevo, es recomendable realizar una serie de rutinas de adaptación con ejercicios de intensidad menor a la que estamos acostumbrados. Lo peor que podemos hacer es forzar nuestros músculos y sobrecargarlos los primeros días después de las vacaciones.

Tras un periodo de inactividad los músculos se encuentran muy relajados, por ello hay que estimularlos y prepararlos para el ejercicio. La mejor forma de hacerlo es realizando largas sesiones de estiramientos y calentamiento, de cerca de 15 o 20 minutos, con ejercicios suaves y progresivos. Estos ejercicios activarán la circulación y prepararán a las fibras para el esfuerzo que va a suponer el entrenamiento.

Es recomendable hacer estiramientos también una vez se finaliza el ejercicio, sobre todo, y de forma más prolongada e intensa, tras la vuelta a la rutina.

No hay que olvidar además la alimentación. Durante las vacaciones se suelen cometer algunos excesos. Por ello, tan importante como la vuelta al ejercicio lo es el retomar una dieta rica y equilibrada, que nos aporte los nutrientes suficientes para afrontar la rutina con energía.