¿Has escuchado hablar de los barefoot runners? Es uno de los fenómenos más novedosos en el mundo del running.
El término procede del inglés que significa “descalzo”, y precisamente consiste en correr sin el soporte artificial de las zapatillas tradicionales, para dejar al pie y a las articulaciones que efectúen su movimiento natural.
Hasta este momento, se consideraba esencial en las zapatillas de running la amortiguación, el soporte, y el control de pronación y supinación. Con todo, los defensores del barefoot explican que estas zapatillas modifican la forma en la que corremos y andamos, alterando la postura del cuerpo al correr y haciendo trabajar de forma poco eficiente a los músculos y las articulaciones.
Es evidente que el cuerpo humano no se diseñó para correr con amortiguación. Hasta hace relativamente pocos años, corría, andaba y vivía sin amortiguaciones, ni sistemas de soportes. La introducción de estas barreras protectoras hizo al cuerpo vago, ya que era capaz de soportar mayores impactos, explican los defensores de esta nueva modalidad de running.
Además, en la mayoría de los casos, el calzado altera el ángulo natural de apoyo del pie. Cuando estamos descalzos ese ángulo es igual a 0. Pero según el tipo de calzado, cuando llevamos zapatillas, nuestro pie apoya contra el suelo con cierto ángulo de inclinación, lo que a la larga se traduce en problemas de rodillas y en las caderas principalmente.
Los defensores del barefoot dicen que correr descalzo proporciona nuevas sensaciones, entre las que se encuentra una mayor sensibilidad del pie sobre el terreno que toca, y que contrariamente a lo que pudiera pensarse, no se trata de un ejercicio lesivo.
Con todo, insisten en que la adaptación al barefoot debe ser gradual, ya que sólo de esa forma el corredor podrá disfrutar de esta nueva modalidad de running.