Llega una de las mejores épocas del año para la mayoría: el verano. Una época en la que se supone que al tener más tiempo libre, entrenar, competir, correr se nos hace menos cuesta arriba.
Estos periodos del año en el que abundan los propósitos de enmienda, en el que muchos deciden “arrancar” a correr desafiándose a sí mismos con el fin de convertirse en personas más activas y saludables. Sin embargo, ya sabemos lo fácil que es fracasar en estos nuevos propósitos si no sabemos gestionar bien la relación entre nuestra motivación y nuestro nuevo hábito.
A veces, estas situaciones de “querer cambiar”, “empezar algo nuevo”…esta extra motivación nos lleva a una especie de estado de “euforia motivacional”, pero hemos de ser conscientes que ese “calentón inicial” puede terminar en frustración si no somos capaces de moderarlo a tiempo.
Cuidado, pues, con “los novatos hipermotivados”, actitudes de los que se sienten muy seguros de sí mismos o los que lo tienen todo clarísimo, etc. Lo más habitual es quedarse por el camino más pronto que tarde y perder la oportunidad de disfrutar de todo lo bueno que les puede aportar el running bien entendido.
Hemos de tener claro que ponerse a correr de forma habitual no va a ser un camino de rosas. Pasará tiempo hasta “pillarle el punto”, hasta que el running se apodere de nosotros. Ese camino es difícil, tanto desde el punto de vista físico como mental. Acomodarse es uno de los grandes enemigos y no respeta a novatos de veteranos.
Aunque te cueste un poco el principio (algo muy probable), ten claro que estás en el camino correcto.
Tómatelo todo con mucha calma, si puedes corre en compañía, escucha música, etc. (póntelo fácil); no quieras comerte el mundo en el primer bocado. Tengas el nivel que tengas.
Disfruta del running y recuerda que si te extra motivas. Si te marcas objetivos inadecuados o irreales puedes llegar a desmotivarte y abandonar esta maravillosa forma de vida.