Una de las más recientes tendencias en el mundo del running en los últimos meses ha sido el trial running. La montaña, la naturaleza e incluso los distintos desniveles en el terreno captan a un mayor número de adeptos.
El trial running sólo presenta un inconveniente, que el runner viva lejos de la naturaleza y sólo pueda salir a correr por el campo los fines de semana.
Lo primero que ha de tener en cuenta el runner si decide dar el salto al trail running es la equipación. Uno de los aspectos sobre los que mayor atención tiene que prestar son las zapatillas. Si tiene intención de correr por caminos rurales compactados puede ser suficiente con sus zapatillas habituales, pero en cuanto se adentre en otros terrenos necesitará calzado que le dé mayor estabilidad, que impida que resbale y que sea resistente al agua. Estos aspectos hay que tenerlos en cuenta no sólo por comodidad, sino también por seguridad, para evitar lesiones en los pies o las rodillas.
Más allá de las zapatillas, el corredor deberá tener en cuenta otros aspectos. Por ejemplo, si tiene intención de correr más de una hora por la montaña es esencial que lleve una camelback o un cinturón porta-botellas para hidratarse, además de barritas y geles energéticos. Tampoco hay que olvidar el móvil, porque puede ser un gran aliado para solicitar ayuda en caso de percance o pérdida, y puede incluso alumbrar en caso de que anochezca. Si el runner no conoce la zona, lo ideal es que corra en compañía de algún compañero que haya hecho previamente la ruta.
En lo que se refiere a la técnica del trial running, el corredor debe tener en cuenta que bajar cuestas puede ser más duro que subirlas. Una buena técnica bajando evitará accidentes. El runner no debe alargar demasiado la zancada para poder controlar su cuerpo en cada paso descendiendo. Es importante durante los primeros entrenamientos en montaña alternar los tramos corriendo y caminando para reservar fuerzas y no malgastar energía en subidas o bajadas complejas.
Al subir una cuesta se aconseja acortar y aumentar la frecuencia de las zancadas. Bajando, hay que equilibrar el cuerpo echando el tronco ligeramente hacia atrás y adaptando la zancada a la pendiente sin perder de vista donde se pisa.