“¡Victoria! ¡El triunfo es nuestro!” Y, tras de pronunciar trabajosamente estas palabras, el pobre mancebo, roto, maltrecho y completamente fatigado cayó sin vida en brazos de los ateniense, que estaban esperando las noticias de la guerra.
Seguro que esta historia, u otra versión, la habéis leído alguna vez. Una historia de más de 2000 años que cuenta cómo Feidíppides corrió para que llevar la nueva a la capital.
Darío, el Medo, se había hecho dueño del Asia, e irritado por ciertos disgustos que le ocasionó un pequeño estado griego, reunió sus mejores tropas, convocó las varias tribus que se hallaban bajo su poder y cruzó el mar Egeo para conquistar y someter aquellos minúsculos Estados.
La primera ciudad grande que tenían que conquistar era Atenas, y los atenienses creyeron necesario el auxilio de los famosos espartanos, ya que los ejércitos medos y persas avanzaban con rapidez.
Los gobernantes de Atenas se reunieron en la Acrópolis y llamaron a Feidíppides, un campeón de carrera que ganó para su patria la corona de mirto en los Juegos Olímpicos que celebraban cada 5 años.
Le ordenaron que partiese para Esparta a pedir ayuda. Dos días y dos noches corrió Feidíppides, cruzando a nado los ríos y trepando montañas. Sin embargo, los espartanos no se fiaban de los atenienses y Feidíppides regresó para confirmar que debían defenderse solos.
El propio protagonista se puso al frente de 10.000 hombres escogidos al encuentro del enemigo. Y tras la lucha dejó su escudo, y sin tomar aliento avanzó los 210 estadios (42 kilómetros) que había de distancia. Dos días y dos noches corrió Feidíppides, cruzando a nado los ríos y trepando por las montañas que encontraba a su paso, llegó a la ciudad y allí expiró después de haber dado la nueva buena.
Corrió de boca en boca la noticia comunicada por aquel valiente que acababa de expirar y pronto se extendió por todos los ámbitos de la ansiosa ciudad, reanimando el decaído espíritu de los habitantes, que se entregaron por ello a los mayores transportes de entusiasmo y alegría.
Evidentemente, la historia de Feidíppides se convirtió luego en un mito y de ella surgió el mito del maratón; cómo íbamos a olvidarnos del “padre de los maratonianos” en nuestra sección de Personajes Extraordinarios del mundo del running.