El mundo del maratón gozó de una espectacular eclosión en los 80. Aunque en los años anteriores ya surgieron estrellas que compitieron, es precisamente en esta década cuando la ampliación de las pruebas oficiales de fondo para mujeres ofreció a las atletas la posibilidad de lucirse en distancias que realmente se adaptaban a sus condiciones.
Una de las estrellas más destacadas fue precisamente la atleta nórdica Ingrid Kristiansen.
La deportista comenzó a destacar desde muy joven. En 1974 se proclamó campeona de Europa junior de cross-country, y antes de terminar la década participó en su primera maratón en Trondheim, su ciudad natal, batiendo en esa prueba el que hasta el momento era el récord femenino de su país, con 2h45:15.
Fue en la década de los 80 cuando Kristiansen comenzó a destacar. En julio de 1981 batió en Oslo el récord mundial de los 5.000 metros con 15:28,43. Este récord marcó una revolución, ya que los 5.000 metros era una prueba poco habitual para las mujeres en la época, pues en las competiciones se solía correr los 3.000 metros. Un año después, en 1982, quedó la octava en los 3.000 metros en los Europeos de Atenas 1982.
Tras un año de parón debido a su embarazo, fue en 1984 cuando volvió al mundo de la competición y logró la victoria en las maratones de Houston y de Londres. De hecho, pocas semanas antes de los Juegos Olímpicos de Los Ángeles de ese año batió por segunda vez el récord mundial de los 5.000 metros.
En aquellos Juegos estaba considerada una de las grandes favoritas para ganar el oro en el primer maratón olímpico femenino de la historia. Finalmente la estadounidense Joan Benoit fue quien venció en esta prueba, relegando a un cuarto puesto a Kristiansen.
A pesar de este traspié, los éxitos continuaron en la carrera de la atleta nórdica. En 1985 batió nuevamente el récord mundial de los 10.000 metros en Oslo, y en octubre de ese mismo año consiguió batir en Londres el récord mundial de maratón con 2h21:06, arrebatándoselo precisamente a la estadounidense Joan Benoit. Su récord se mantuvo vigente durante casi trece años, hasta que fue arrebatado en 1998 por la keniana Tecla Loroupe en Rotterdam.
Ingrid siguió cosechando éxitos y récords en los siguientes años, tanto maratones como en campeonatos internacionales y, nuevamente, se convirtió en la gran favorita para ganar en las Olimpiadas de Seúl’88; sin embargo, cuando apenas había llegado al tercer kilómetro abandonó la prueba con problemas en el tendón de Aquiles.
Tras los Juegos se dedicó sobre todo a la maratón y con el inicio de la década de los 90, y sus dos embarazos, la atleta fue poco a poco retirándose de las competiciones.
En 1991 fue sexta en el maratón de Boston y participó en los 10.000 metros de los Mundiales de Tokio, donde acabó séptima en la que sería su última gran competición.